Les lectures de dimanche dernier (en Espagnol)

TERCER DOMINGO DE CUARESMA C

Con Jesús todo empieza a ser diferente.
El temor al juicio deja paso al gozo de acoger a Dios,
amigo de la vida.
Todo empieza a hablar de la cercanía de Dios. Jesús invita a la confianza total en un Dios Padre.
Su palabra se hace poesía.

José Antonio Pagola

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo 3, 1‑8a 13‑15

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.»
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés.»
Respondió él: «Aquí estoy.»
Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.»
Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac,
el Dios de Jacob.»
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios.
El Señor le dijo: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.»
Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los israelitas y les diré: « El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. »
Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?»
Dios dijo a Moisés: —« »Soy el que soy »; esto dirás a los israelitas: « ‘Yo‑soy’ me envía a voso-tros ».»
Dios añadió: —«Esto dirás a los israelitas: « Yahvé (El‑es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siem-pre: así me llamaréis de generación en generación ».»

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 102.
Antífona: El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades
él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia;
como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles.

 

SEGUNDA LECTURA.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 1‑6. 10‑12
No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y to-dos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hi-cieron aquellos.
No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador.
Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 13, 1‑9

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofre-cían. Jesús les contestó:
—«¿Pensáis que esos galileos eran más peca-dores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, to-dos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los de-más habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la mis-ma manera.»
Y les dijo esta parábola:
—«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: « Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta hi-guera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? »
Pero el viñador contestó:
« Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas ».»

 

¿PARA QUÉ UNA HIGUERA ESTÉRIL?

Jesús se esforzaba de muchas maneras en despertar en la gente la conversión a Dios. Era su verdadera pasión: ha llegado el momento de buscar el reino de Dios y su justicia, la hora de dedicarnos a construir una vida más justa y humana, tal como la quiere él.
Según el evangelio de Lucas, Jesús pronunció en cierta ocasión una pequeña parábola sobre una «higuera estéril». Quería desbloquear la actitud indiferente de quienes le escuchaban, sin responder prácti-camente a su llamada. El relato es breve y claro.
Un propietario tiene plantada en medio de su viña una higuera. Du-rante mucho tiempo ha venido a buscar fruto en ella. Sin embargo, años tras año, la higuera viene defraudando sus expectativas. Allí sigue, estéril en medio de la viña.
El dueño toma la decisión más sensata. La higuera no produce fruto y está absorbiendo inútilmente las energías del terreno. Lo más ra-zonable es cortarla. «¿Para qué va a ocupar un terreno en balde?».
Contra toda sensatez, el viñador propone hacer todo lo posible para salvarla. Cavará la tierra alrededor de la higuera, para que pueda contar con la humedad necesaria, y le echará estiércol, para que se alimente. Sostenida por el amor, la confianza y la solicitud de su cui-dador, la higuera queda invitada a dar fruto. ¿Sabrá responder?
La parábola ha sido contada para provocar nuestra reacción. ¿Para qué una higuera sin higos? ¿Para qué una vida estéril y sin creativi-dad? ¿Para qué un cristianismo sin seguimiento práctico a Jesús? ¿Para qué una Iglesia sin dedicación al reino de Dios?
¿Para qué una religión que no cambia nuestros corazones? ¿Para qué un culto sin conversión y una práctica que nos tranquiliza y confirma en nuestro bienestar? ¿Para qué preocuparnos tanto de «ocupar» un lugar importante en la sociedad si no introducimos fuer-za transformadora con nuestras vidas? ¿Para qué hablar de las «raíces cristianas» de Europa si no es posible ver los «frutos cristia-nos» de los seguidores de Jesús?

José Antonio Pagola

 

A QUOI BON UN FIGUIER STÉRILE?

Jésus essayait de plusieurs façons d’éveiller les gens à la conversion à Dieu. C’était sa véritable passion: le temps est venu de chercher le royaume de Dieu et sa justice, le temps de se consacrer à la construc-tion d’une vie plus juste et plus humaine, telle qu’il la veut.
Selon l’Évangile de Luc, Jésus a raconté un jour une petite parabole sur un «figuier stérile». Il voulait débloquer l’attitude indifférente de ceux qui l’écoutaient, pratiquement insensibles à son appel. L’histoire est courte et claire.
Un propriétaire terrien a un figuier planté au milieu de sa vigne. Depuis longtemps, il vient y chercher des fruits. Cependant, année après année, le figuier n’a pas répondu à ses attentes. Il reste là, stérile, au mi-lieu de la vigne.
Le propriétaire prend la décision la plus raisonnable. Le figuier ne produit pas de fruits et absorbe inutilement l’énergie de la terre. La chose la plus raisonnable à faire est de le couper. «Pourquoi occuper un terrain pour rien?»
Contre toute raison, le vigneron se propose de tout faire pour le sauver. Il creusera la terre autour du figuier, pour qu’il puisse compter sur l’humidité nécessaire, et il y mettra du fumier, pour qu’il se nourrisse lui-même. Soutenu par l’amour, la confiance et l’attention de son gardien, le figuier est invité à porter du fruit. Saura-t-il répondre?
La parabole est racontée pour provoquer notre réaction. À quoi bon un figuier sans figues? À quoi bon une vie stérile et sans créativité? À quoi bon un christianisme qui ne suit pas Jésus dans la pratique? À quoi bon une Église qui ne se consacre pas au royaume de Dieu?
À quoi sert une religion qui ne change pas nos coeurs? À quoi sert un culte sans conversion et une pratique qui nous rassure et nous confirme dans notre bien-être? À quoi sert de se préoccuper tant d’«occuper» une place importante dans la société si nous n’introduisons pas une force transformatrice dans nos vies? À quoi sert de parler des «racines chrétiennes» de l’Europe s’il n’est pas possible de voir les «fruits chrétiens» des disciples de Jésus?

José Antonio Pagola
Traductor: Carlos Orduña